Un fallo judicial inesperado y toda la arquitectura de la política arancelaria de Donald Trump comenzó a desmoronarse como un castillo de naipes. El Tribunal de Comercio Internacional de EE. UU. declaró ilegales los aranceles impuestos por el presidente estadounidense, cuestionando así su principal arma económica. Esta noticia sacudió de inmediato los mercados de divisas y acciones, reavivó el interés por el dólar y generó una ola de pronósticos analíticos sobre sus consecuencias. Analizamos qué sucedió, por qué es importante y quién se beneficia ahora.
Cómo tres jueces desarmaron la estrategia económica del presidente
Cuando el sistema judicial interviene en los asuntos del presidente, ya es algo serio. Pero cuando dicta una sentencia que puede invalidar un instrumento clave de presión económica de la Casa Blanca, se convierte en un acontecimiento de escala mundial.
Y eso fue lo que ocurrió: el miércoles por la noche, el Tribunal de Comercio Internacional de EE. UU. en Manhattan declaró ilegales la mayoría de los aranceles impuestos por Donald Trump, alegando una violación directa del equilibrio constitucional de poderes.
Un panel de tres jueces –curiosamente, uno nombrado por el propio Trump, otro por Barack Obama y el tercero en la era de Reagan– falló por unanimidad que el presidente excedió sus competencias al recurrir a la Ley de Poderes Económicos Internacionales de Emergencia (IEEPA) para imponer amplios aranceles comerciales.
El tribunal señaló que la regulación del comercio internacional es una prerrogativa exclusiva del Congreso, y que ninguna circunstancia de emergencia le otorga al presidente el derecho de apropiarse de este instrumento.
El fallo puso de inmediato en duda no solo la legalidad de un paquete completo de medidas económicas, sino también todo el enfoque de Trump hacia las relaciones comerciales.
Prácticamente todas las iniciativas principales quedaron anuladas: desde el arancel global único y las tasas elevadas sobre las importaciones chinas hasta los cargos justificados por la lucha contra el tráfico ilegal de fentanilo.
Ciertos aranceles establecidos bajo otras bases legales (como las secciones 232 y 301, relacionadas con acero, aluminio y automóviles) siguen vigentes. Pero la infraestructura central de presión arancelaria quedó paralizada.
Los jueces subrayaron que la cuestión no es de conveniencia, sino de legalidad. No evaluaron si los aranceles de Trump eran eficaces como medida de presión económica, pero dejaron claro que tal estrategia viola la ley federal.
Incluso si el objetivo de la Casa Blanca era obligar a otros países a hacer concesiones, el tribunal lo consideró un intento directo de eludir los límites legislativos.
"El argumento del gobierno sobre la presión confirma de hecho que la consecuencia directa de los aranceles es simplemente imponer una carga a los países a los que van dirigidos", se indica en el fallo..
Se destaca especialmente que "este uso no es inadmisible porque sea irrazonable o ineficaz, sino porque la ley federal no lo permite".
Las demandas contra la Casa Blanca fueron presentadas por dos vías principales: por un lado, el grupo legal Liberty Justice Center en nombre de cinco pequeñas empresas estadounidenses que importan productos de países afectados; por otro, una coalición de 12 estados liderados por demócratas.
Las empresas, con intereses que van desde el vino y los instrumentos musicales hasta materiales educativos, afirmaron que los aranceles socavaban su modelo de negocio. Los estados, por su parte, acusaron a la administración de crear un sistema de presión fiscal que viola las competencias del Congreso y daña la economía.
La reacción de la Casa Blanca fue inmediata: se presentó una apelación literalmente minutos después de la publicación del fallo.
El portavoz Kush Desai criticó al sistema judicial, afirmando que "los jueces no electos no deberían decidir cómo actuar en condiciones de emergencia". Según él, el déficit comercial, la pérdida de empleos industriales y el debilitamiento de la base de defensa de EE. UU. representan una "amenaza histórica" que requiere medidas decididas.
El propio Trump también dejó claro que piensa luchar hasta el final y, si es necesario, acudir al Tribunal Supremo.
El Departamento de Justicia, en su intento por defender la posición de la administración, insistió en que los demandantes no habían sufrido daños reales, ya que aún no habían pagado los aranceles, y por lo tanto no tenían derecho legal a impugnar la orden del presidente.
Además, el Departamento de Justicia sostuvo que solo el Congreso, y no empresas individuales, podía cuestionar el estado de emergencia.
El tribunal rechazó ambos argumentos. Es más, dictó sentencia mediante un procedimiento simplificado, sin necesidad de un juicio completo, lo que por sí solo habla de la solidez de la posición de los demandantes y la contundencia de sus argumentos.
Ahora la administración tiene diez días para adecuar sus disposiciones al fallo. No se especifica cómo, pero la lógica jurídica es clara: si no hay resolución de apelación, los aranceles deben ser cancelados.
Sin embargo, la lucha está lejos de haber terminado. El siguiente paso será el Tribunal de Apelaciones del Circuito Federal en Washington, y luego una posible revisión del caso en la Corte Suprema de EE. UU.
Esta decisión ya se ha convertido, quizás, en el golpe judicial más fuerte a la política de Trump en el actual mandato presidencial. No se trata solo de socavar un mecanismo económico concreto, sino de un desafío al fundamento mismo de la tramponomía, donde los aranceles desempeñaban el papel no solo de instrumento fiscal, sino también de palanca diplomática.
Privada de este apoyo, la Casa Blanca se enfrenta a la necesidad de reinventar su estrategia de presión o regresar a negociaciones más tradicionales.
Además, la decisión judicial crea un efecto dominó en la agenda internacional. Cualquier país que esté negociando con EE. UU. ahora entiende que las amenazas arancelarias previamente utilizadas están en entredicho. Esto reduce la motivación para hacer concesiones, eleva el coste de los acuerdos y hace que la política exterior económica de Washington sea menos predecible.
Mientras tanto, en el Congreso ya han aparecido iniciativas para ampliar los poderes presidenciales con el fin de introducir "aranceles recíprocos", pero después de un precedente tan resonante, es poco probable que se reúnan los votos necesarios para tal reforma.
La señal política también es evidente: el sistema legal de EE. UU. no está dispuesto a tolerar la arbitrariedad arancelaria, ni siquiera bajo la bandera de la "seguridad nacional".
La política económica del presidente está ahora sujeta a un control institucional más estricto, y ese es posiblemente el efecto más importante de la decisión. A corto plazo, se convirtió en un detonante inesperado para los mercados, pero a largo plazo establece reglas completamente nuevas en las relaciones entre el poder y la ley.
Los mercados vieron la luz al final del túnel arancelario
La decisión judicial que declaró ilegales los aranceles del presidente Trump cambió de inmediato la narrativa del mercado. Los inversores interpretaron este veredicto como una pausa repentina pero muy bienvenida tras un prolongado período de inestabilidad alimentado por la política comercial agresiva e impredecible de la Casa Blanca.
La reacción fue unívoca y bastante predecible: el dólar revivió, los futuros se dispararon y el apetito por el riesgo comenzó a regresar. Los mercados, que hasta hace poco estaban dominados por temores inflacionarios y huida hacia activos refugio, de repente encontraron un motivo para el optimismo.
El jueves por la mañana, el dólar estadounidense se fortaleció bruscamente frente a la mayoría de sus competidores. El tipo de cambio frente al yen subió un 0,7%, alcanzando el nivel de 145,86; frente al franco suizo subió un 0,6%, alcanzando 0,8326. El euro se debilitó un 0,4%, cayendo a 1,1245 dólares, y la libra esterlina perdió un 0,3%, cayendo a 1,3432 dólares.
Como resultado, el índice del dólar, que sigue el valor de la moneda estadounidense frente a seis divisas principales, volvió a superar por primera vez en una semana la marca de 100. Es un claro rebote, si se considera que desde principios de año el billete verde ha perdido un 8%, en parte por el aumento de los riesgos comerciales y el debilitamiento de la confianza en los activos estadounidenses.
El fortalecimiento del dólar se convirtió en un símbolo de que los inversores han comenzado a reevaluar sus posiciones: ¿y si la "guerra comercial" no es la nueva norma después de todo?
Sin embargo, los analistas advirtieron de inmediato: no conviene adelantarse. Yunosuke Ikeda, jefe de investigación macroeconómica en Nomura, señaló que es difícil predecir si los aranceles realmente serán completamente eliminados, especialmente teniendo en cuenta la rápida apelación.
Pero en un escenario hipotético donde los aranceles desaparecen, "es natural esperar una apreciación del dólar". Según él, la política arancelaria de Trump contribuyó a una presión estancacionista, y su eliminación parece "positiva para el dólar".
Hirofumi Suzuki, de SMBC, compartió la misma opinión: la primera reacción es un rebote, pero debido al proceso de apelación no se puede contar con un crecimiento sostenido a largo plazo del tipo de cambio del dólar. Este tipo de reservas se escucharon de casi todos: sí, los inversores se alegraron, pero siguen con el dedo en el gatillo.
En el mercado bursátil, la reacción no fue menos enérgica. Los contratos sobre el índice S&P 500 y Nasdaq 100 subieron un 1,6% y un 2%, respectivamente: un fuerte repunte tras una semana de presión causada por amenazas arancelarias.
Las acciones tecnológicas destacaron especialmente: las acciones de Nvidia subieron un 4,4% tras una sólida previsión de ingresos, lo que reforzó el rally del Nasdaq. En esencia, dos catalizadores positivos —la decisión judicial y los resultados corporativos— coincidieron en el tiempo, proporcionando un fuerte impulso alcista a los mercados.
El optimismo también se extendió más allá de EE. UU. Los índices asiáticos subieron un 0,7%, mientras que los japoneses y surcoreanos ganaron un 1,7%, siguiendo la mejora del sentimiento global. En Europa, los futuros sobre los índices bursátiles también repuntaron más de un 1%.
Al mismo tiempo, los analistas no se apresuran a declarar una victoria. En su opinión, esto es más bien una tregua temporal que una resolución. Timothy Moe, estratega de mercado en Goldman Sachs, calificó la decisión judicial como "un golpe serio", pero subrayó que esto no es el final de la historia.
Según él, la Casa Blanca dispone de una serie de herramientas legales que teóricamente permiten mantener la presión arancelaria, aunque en una forma algo diferente. En otras palabras, los mercados están celebrando no el fin de la política, sino una pausa en la escalada, un retraso jurídico y no un giro estratégico.
Sin embargo, incluso este paréntesis resultó suficiente para insuflar vida a los activos que habían estado bajo presión debido a la prolongada turbulencia comercial.
Lo que dicen los analistas: una mirada más allá de la primera reacción
La primera ola del mercado ha pasado, pero con ella ha llegado inevitablemente el momento de las preguntas: ¿qué significa todo esto no solo para las próximas sesiones bursátiles, sino también para el sistema económico global? Como era de esperarse, las opiniones de los expertos se dividieron —aunque no sobre si la decisión judicial fue un golpe a las posiciones de la Casa Blanca, sino sobre cuán profundas y sostenibles pueden ser sus consecuencias. La evaluación se convirtió en tema de discusión —más estratégica que legal.
Uno de los primeros en esbozar un contexto más amplio fue Rodrigo Catril, estratega del National Australia Bank. Enfrió los ánimos del mercado al enfatizar que la cuestión clave ahora no es lo que dijo el tribunal, sino si se impondrá una prohibición judicial real a las acciones de la administración y si los aranceles podrán realmente desaparecer del horizonte.
Según él, no se puede excluir que el equipo de Trump todavía tenga suficientes herramientas para eludir el fallo y reformular los aranceles bajo otro enfoque legal. Esta opinión resonó con los temores de muchos observadores políticos: la Casa Blanca podría regresar a la práctica de "segmentación sectorial" de los aranceles que no están cubiertos por el fallo judicial, lo que conduciría no a la cancelación de la política, sino a su reconfiguración.
Paralelamente, los analistas ven en la decisión judicial no solo un acto legal, sino también un giro geoeconómico. Expertos del Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington destacaron que la incertidumbre causada por la política arancelaria de EE. UU. en los últimos meses ha destruido la confianza no solo de los mercados, sino también de sus socios comerciales.
El veredicto del tribunal, según ellos, "no termina con la tensión, pero la pone en pausa, creando una ventana para la desescalada". Sin embargo, esta ventana será breve: si la apelación de Trump prospera, los mercados volverán rápidamente al modo de alta turbulencia.
Está de acuerdo también el analista Valentín Moreno, quien calificó la decisión como "una pausa publicitaria en el espectáculo de Trump": jurídicamente parece impecable, pero el mercado ya sabe que, en esta administración, cualquier derrota puede transformarse en una nueva forma de ofensiva.
Moreno señala que la propia estructura del mercado ya incorpora una prima por la "imprevisibilidad de Washington", y que el tribunal es solo un antagonista temporal en la historia más amplia de la crisis de confianza en el liderazgo global de EE. UU.
A esta idea se suma el estratega de mercados Bruce Collins. Él destaca que el proceso de apelación puede ser tan perjudicial para la confianza del mercado como los propios aranceles.
"En términos legales, es una decisión brillantemente construida. Pero no vivimos en un vacío legal, sino en una realidad donde cada paso de la administración va acompañado de artillería mediática y un intento de reformular el juego. El tribunal dijo 'no', pero ese 'no' podría convertirse en 'casi sí' en la próxima ronda".
También existe un bloque de opiniones centradas no tanto en los mercados como en la estructura misma del comercio. Según datos de Citi Global Research, desde principios de 2024 la estructura general de las importaciones estadounidenses comenzó a cambiar bajo la influencia de desequilibrios arancelarios.
En su informe, se afirma que "las empresas se han adaptado a los aranceles, pero no han logrado protegerse eficazmente contra los constantes cambios del entorno regulatorio".
La eliminación de aranceles clave podría generar un auge en la actividad empresarial del sector logístico y reactivar las cadenas de suministro, especialmente en segmentos relacionados con Asia. En Citi subrayan: "Esta victoria judicial es más que un detalle legal. Abre la posibilidad de restaurar la estabilidad en la arquitectura comercial de EE. UU., siempre que no haya una represalia inmediata por parte de la Casa Blanca".
Por su parte, economistas de J.P. Morgan señalan que, incluso si los aranceles no desaparecen por completo, el solo hecho del fallo ya influye en el comportamiento de las empresas. "Es una señal para el negocio de que la política puede ser impugnada y que no se puede planificar la logística, la fiscalidad ni los precios basándose solo en los tuits del presidente. Un precedente fuerte", dice la nota analítica del banco.
Llama especialmente la atención la posición de las pequeñas y medianas empresas, que fueron demandantes directas en este caso. Según representantes de la American Importers Coalition, "esta decisión puede ser un punto de inflexión en la lucha contra el uso arbitrario de órdenes ejecutivas como herramienta fiscal de presión".
Esta opinión es importante porque refleja no una visión estratégica de Wall Street, sino una evaluación práctica desde Main Street: las pequeñas empresas finalmente vieron que pueden impugnar decisiones políticas importantes si estas destruyen su modelo de negocio.
Y finalmente, un enfoque interesante fue ofrecido por Dan Rayfield, fiscal general del estado de Oregón, quien inició una de las demandas. Declaró: "Este fallo confirma que nuestras leyes importan y que las decisiones comerciales no pueden tomarse a capricho del presidente".
Su declaración no es solo una proclamación legal, sino un manifiesto con un mensaje claro para todos los participantes del mercado: la era de la "economía de emergencia por decreto" se enfrenta ahora a límites legales. Y cuanto más avanza, más jugadores —desde políticos hasta inversores— tendrán que tener en cuenta no solo el estado de ánimo de la Casa Blanca, sino el equilibrio real de poderes.
Qué hacer a los traders: entre drama legal y rally bursátil
Los traders se encuentran en una situación en la que el catalizador de noticias es no solo político, sino también jurídicamente prolongado en el tiempo. Y este es uno de esos casos en que no basta con seguir "velas verdes y rojas", sino comprender lo que el mercado está descontando en las expectativas.
La decisión judicial contra los aranceles de Trump no es el final de la historia, sino una resolución intermedia. La apelación ya fue presentada, y podría seguir un proceso en la Corte Suprema. Esto significa que la volatilidad apenas comienza, especialmente en aquellos activos sensibles a la agenda comercial: el dólar, las acciones orientadas a la exportación, los índices y los bonos de largo plazo.
Dólar. El crecimiento del dólar tras el fallo judicial fue lógico, pero la reacción aún no se ha convertido en una tendencia sostenida. Si el tribunal de apelaciones confirma la ilegalidad de los aranceles, el dólar podría seguir fortaleciéndose, especialmente frente al franco suizo y al yen, donde aún existen grandes posiciones especulativas cortas. Pero si Trump encuentra una nueva salida legal, no se descarta un giro. Así que lo sensato ahora es mantener posiciones largas moderadas en el dólar con un estricto control de riesgos, especialmente en los pares USD/JPY y USD/CHF.
Índices. El Nasdaq y el S&P 500 reaccionaron con un salto en los futuros, pero el mercado estadounidense aún no ha descontado completamente la noticia. Cualquier dato positivo respecto a los aranceles será un alivio para el sector tecnológico, la logística y los valores cíclicos. Si la presión judicial se intensifica y se percibe como un freno al intervencionismo económico del gobierno, los índices podrían continuar su ascenso. Los traders deben observar una confirmación del movimiento en las primeras horas de la sesión principal y aprovechar retrocesos de corto plazo como puntos de entrada.
Bonos. Esta mañana, las rentabilidades subieron, pero solo ante las expectativas de menor presión inflacionaria. Si la batalla legal se prolonga, la atención volverá al déficit presupuestario y al riesgo de cierre del gobierno (shutdown), especialmente con la cercanía del ciclo político de otoño. La estrategia aquí debe ser flexible: tomar beneficios en largos de corto plazo y mantener vigilados los de largo plazo, especialmente si aumenta el ruido fiscal en el Congreso.
Acciones con exposición a exportación y China. Si la política arancelaria se debilita, se beneficiarán las empresas con alta dependencia de las exportaciones: fabricantes de semiconductores, maquinaria industrial, y automóviles. Entre los principales beneficiarios estarían Nvidia, AMD, Tesla, así como gigantes industriales como Caterpillar y 3M.
Oro y activos refugio. En el corto plazo, estos instrumentos se debilitaron al reactivarse el apetito por el riesgo. Pero a largo plazo, los traders deben recordar: la volatilidad jurídica = volatilidad política, lo que significa que el oro y el franco aún pueden volver a jugar un papel clave. Se recomienda mantener una parte del capital en instrumentos defensivos, al menos hasta que salgan nuevas declaraciones desde la Casa Blanca o se emitan respuestas del tribunal de apelaciones.
Conclusión:
No es uno de esos casos en que el mercado da una señal clara de "largo" o "corto". Ahora la palabra clave es adaptación. Sigan las noticias del proceso judicial, filtren el ruido de la retórica arancelaria y eviten apuestas "todo o nada" en activos directamente afectados por el comercio internacional. Y lo más importante: no ignoren la agenda de Washington, incluso si parece que "todo ya está descontado".